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ΕΡΓΑ ΚΑΙ ΗΜΕΡΑΙ

Prometeo

Prometeo

Prometeo

"En mis propias manos porté la libertad, el fuego de la historia, lo que nunca obtuvo un mortal. Esculpí vida en la tierra y le di al primer hombre la existencia. Tracé una línea en un punto determinado, rompí las reglas por los dioses impuestas, no me doblegué por mis ideales, me dejé llevar por mi justicia y mi dignidad; prendí mi antorcha y os di más de lo que jamás merecisteis. Y ahora estoy pagando con mil años de agonía, con la misma condena día tras día.

Cada amanecer se repite la misma historia: mi hígado se descompone, picoteado por el pájaro de la violencia. Sabéis de sobra que estoy muriendo por haberos infundido el corazón y el sentimiento. Sin mi fuego, sin mi melancolía, sin mis ganas de llenaros de vida no seriais lo que a partir de hoy seréis hasta el final de vuestros dias.

He desatado la furia de los dioses, imponiendo mi voluntad por proteger a esta maldita humanidad, pagué por vosotros pensando que seriais hombres justos, hombres sin violencia, humanos entre fieras.... Deposité mi confianza en quien no debí depositarla."

Míriam Rodríguez Fuentes

 

Si quieres, por fin, dejar de ser

una mansa carroña con los ojos abiertos,

roba otra vez el fuego, Prometeo, 

a esos nuevos dioses insolentes

y perdónalos porque no saben lo que hacen.

 

Soñé ser Prometeo

Soñé ser Prometeo

Amanecí con una sensación de rechazo, odio e ira contenida, que ni yo misma entendía. Abrí los ojos y allí estaba, presa de la furia de un dios al que había desobedecido por salvar a mi creación. Pasó el tiempo y ella llegó; con mi sangre se manchaba el pico y con mi hígado saciaba su hambre. Yo me retorcía de dolor mientras a lo lejos escuchaba, como una voz que arrastra el viento, las risas de aquel que por tener mis propios pensamientos me había castigado.

Poco a poco aprendí a soportarlo, a mantenerme firme ante sus presiones, a olvidar el dolor que sentía, a disimular las ansias de muerte que el corazón me pedía con vehemencia, aunque... yo ya sabía que la muerte me había dado la espalda desde que nací. Lo único que en aquella montaña me enloquecía era que, cuando llegaba la noche, se podía oír el silencio, un silencio que no cesaba de repetirme, una y otra y otra vez, que estaba solo, que nadie me apoyaba aunque había entregado mi vida eterna por ellos.

Mi mayor condena no era esa noche tormentosa y fría, no era ese águila que con cada sol picoteaba mi hígado hasta hacerlo desaparecer; mi pesar y mi lamento venían de aquellos a los que con sudor y esfuerzo les había otorgado el progreso, ya que fui condenado por salvarlos y a pesar de todo, al parecer, ya me habían olvidado. Nadie recuerda ya los tiempos de eterno invierno que se vivían antes de que el fuego llegara a ser su luz, me enfrenté a los mismos dioses por hacer de este mundo un lugar mejor, por cumplir mi sueño y que ellos cumplieran el suyo; pero, al final, mi utopía fracasó y en lo alto de aquella montaña podía ver cómo se mataban los unos a los otros y destrozaban el mundo que con tanto trabajo construí. Me dormí queriendo ser Prometeo y desperté siendo Pandora.

Mª Belén Naharro Plaza

Dame fuego

Dame fuego  

Cuenta la leyenda que el titán Prometeo

robó el fuego a los dioses,

lo bajó desde el Olimpo

oculto en un extraño tallo incandescente

y lo entregó a los hombres, sus amigos.

De aquel regalo obtuvieron los mortales

-junto a un discreto placer inofensivo-

una mayor aptitud para el trato social.

A Prometeo, en cambio, Zeus lo castigó

con un cáncer de hígado.

 






Contrato Coloriuris



Αἴνιγμα ΙΙ

Αἴνιγμα ΙΙ

Este personaje de la imagen, como habréis adivinado, es de nuevo nuestro fiel amigo Prometeo. Enhorabuena, ya veo que gracias a Helios vuestro alemán está mejorando mucho. Pero, aparte de por el cartelón en letra gótica, ¿cómo podríamos saber que se trata del filantrópico titán y no de un comerciante en telas de la liga hanseática?

Prometeo el valiente

Prometeo el valiente

Por engaños, cuentan, fue castigado,

¡engaños al mismísimo Zeus!

Así cuentan la historia...

 

Dicen que ocultó vísceras bajo grasa

y bajo huesos apetitosa carne.

Pero cuando Zeus cayó en el engaño

su ira derrumbó sobre los hombres,

a quienes del fuego les privó.

Pero un valiente Prometeo

a Zeus el fuego le robó.

Tal fue el enfado del dios

que a Prometeo encadenó

en una roca, y le destinó

a vivir eternamente encadenado.

Por Zeus fui enviada

a torturar a un traidor,

pero, ¿por qué es un traidor

aquel que lucha por amor?

Amor a los hombres tenía él...

El hígado le debía comer de día,

mas por la noche le crecía.

¡No hay mayor tortura!

Ni para él, ni para un ave de altura.

Qué penosa tarea me ha otorgado

Zeus, pues tortura es para mí

torturar al valiente,

al que nunca se ha rendido,

al que todo lo ha perdido,

al que a Zeus ha desafiado.

Nuria Sogorb Rasero

 

Αἴνιγμα

Αἴνιγμα

Para dar satisfacción a Stella  he cambiado provisionalmente el orden de los artículos y los he puesto como Zeus manda, del más reciente al más antiguo. A cambio de esta concesión impropia de un τύραννος  como yo, tenéis que resolver un doble enigma. En primer lugar, quiero que traduzcáis el texto que os pongo a continuación. Hacedlo escribiendo un comentario y luego yo subiré al artículo la traducción que más me guste. Ya conocéis mi apabullante dominio de la lengua de Shakespeare. En segundo lugar, tenéis que decirme quién es el autor de estos versos y a qué obra pertenecen. El premio es un punto extra en la nota de la primera evaluación.

 

Titan! to whose immortal eyes
The sufferings of mortality,
Seen in their sad reality,
Were not as things that gods despise;
What was thy pity's recompense?
A silent suffering, and intense;
The rock, the vulture, and the chain;
All that the proud can feel of pain;
The agony they do not show;
The suffocating sense of woe. 

"Thy godlike crime was to be kind;
To render with thy precepts less
The sum of human wretchedness,
And strengthen man with his own mind.
And, baffled as thou wert from high,
Still, in thy patient energy
In the endurance and repulse
Of thine impenetrable spirit,
Which earth and heaven could not convulse,
A mighty lesson we inherit."

Réquiem

Réquiem

 Erguido, hierático, impotente.

Aquí, ante el negro monte de la desgracia,

de entre el denso aire que auspicia la muerte

y golpeando nuestra piel y conciencia,

una melancólica y quejumbrosa voz se discierne.

¡Se me ha helado el alma como a Platón por injusta condena!

Llueve silencio… la luna, álgida en el cielo, riela.

 

Lloro por aquél a quien la sangre y la piedra entierren,

canto por quien la justicia por lo adusto condena:

Réquiem.

Daniel Utzinger

῞Ηλιος

Prometeo en el siglo XXI

Abogados, psicólogos... actuales preventivos aptos para proteger al hombre.

Profesores, filósofos... recientes titanes dispuestos a rebelarse contra la autoridad.

Escritores, soñadores... principiantes cíclopes destinados a llegar más allá.

Periodistas, heraldos... noveles pandoras culpables de sembrar dudas, opiniones y avaricias.

 

Todos y cada uno de ellos nuevos prometeos, atrapados en el siglo XXI, dedicados

a hacer al mortal progresar robando ideas que hagan reflexionar al joven y al maduro,

provocando en ellos una fuerza titánica de explorar.

Isthar Rubio Rodríguez

(Εὐμενίς)

 

Alexander Scriabin y su Poema del Fuego

Podéis escuchar y ver una interpretación del poema sinfónico del compositor ruso Scriabin sobre la leyenda de Prometeo pinchando aquí

"Prometeo" - Alexandra-Bonet

"Prometeo" - Alexandra-Bonet Prometeo



El ser creador,
Despierta cada día
Buscando esperanzas perdidas,
Con su cuerpo devorado
Sufriendo las heridas.

Su espíritu vuela en el tiempo
Escuchando los gritos
De su civilización,
El fuego había robado
Para esta tiranía.

El ser celestial
Sentado en su trono
Llamando a los dioses
A volar sobre su rostro.

Manejado el barro
Con las palmas de sus manos,
Castigado por enseñar
Lo siempre arrebatado.


Llegó el sacrificio
Y tuvo la recompensa,
Pues el gran Hermes,
Haciendo el orgullo a un lado
Salvó al más adorado,
Filántropo amado
Por su gran obra de arte.